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lunes, 28 de junio de 2021

Las plaquetas o trombocitos

(Ciencias de Joseleg)(Biología)(Introducción y biología celular)(La sangre)(Introducción)(Historia)(El citosol y otros fluidos intracelulares)(Diferentes tipos de sangre)(Los colores de la sangre)(Las funciones de la sangre)(Plasma sanguíneo y sus componentes)(Propiedades de la sangre total y su análisis)(Sistema de grupos sanguíneos)(Glóbulos rojos o eritrocitos)(Glóbulos blancos o leucocitos)(Las plaquetas o trolbocitos)(Hematopoyesis)(Origen de otros componentes de la sangre)(Referencias bibliográficas)(Versión documento word)

 

 El daño vascular conlleva rápidamente al flujo de sangre, lo que, si no se repara con rapidez conllevaría a una pérdida de sangre peligrosamente masiva, lo que conllevaría a la falla de los órganos debido a la muerte celular. El procedimiento que sigue el organismo una vez se da un daño vascular consiste en una vasoconstricción de los capilares y demás vasos sanguíneos involucrados, lo cual disminuye el flujo de sangre. Posteriormente, se forma un trombo de plaquetas temporal (también denominado hemostasis primaria), para luego darse la formación de un coagulo de fibrina mucho más estable (también denominada hemostasis secundaria). Finalmente, una vez que el epitelio dañado se ha reparado se debe dar una retracción del coagulo hasta su disolución definitiva.

Inmediatamente después de una herida, el flujo de sangre a través del vaso sanguíneo disminuye debido a una serie de factores. Entre los factores físicos incluimos una dilatación del tejido adyacente que ejerce presión para cerrar el vaso sanguíneo, además que este por sí mismo genera una vasoconstricción que cierra lo más posible el volumen por donde puede circular y perderse la sangre. El nivel de compresión varía entre los diferentes tejidos, por ejemplo, el sangrado detrás del ojo no es detenido rápidamente debido a que la piel en esta área es fácilmente distensible (no ejerce presión con fortaleza). El ojo negro (una hemorragia interna debajo de la piel) es una consecuencia de no poder cerrar los capilares con eficiencia. Sin embargo, en muchas ocasiones el tejido adyacente a una herida, como el musculo, se tensa con fortaleza cerrando el corte para minimizar la pérdida de sangre, esta es una de las respuestas fisiológicas del útero después de que una mujer da a luz. En muchos casos, las células dañadas en el lugar de la herida liberan poderosas sustancias de vasoconstricción como la serotonina, el trombonxan A2, la epinefrina y el fibrinopeptido B.

Figura 57. Las plaquetas (trombocitos) en frotis de sangre periférica se observan de un tamaño muy reducido.

El objetivo primordial de la hemostasis es la producción rápida de una barrera que cubra la abertura en el vaso sanguíneo. Esta barrera no es única como se piensa comúnmente, es más una sucesión de componentes. La primera barrera es una barrera celular generada por plaquetas (trombocitos) las cuales se unen unas con otras por cadenas de fibrinógeno.

Figura 58. El megacariocito.

Esta primera barrera, aunque útil, es relativamente frágil, lo que conlleva a una regla médica, nunca quitar de manera brusca la sangre de una herida, so pena de volverla a abrir y generar nuevamente una hemorragia, en su lugar se la debe limpiar con mucho cuidado para que esta barrera primaria no se rompa. Las plaquetas son fragmentos celulares irregulares con forma de disco generadas a través de la división de una célula precursora denominada megacariocito. Poseen un cuarto del tamaño de un glóbulo rojo (1.5-3 um). A medida que el megacariocito madura, atraviesa por un proceso de fragmentación que resulta en la liberación de cerca de 1 000 plaquetas.

Existe una gran cantidad de factores que estimulan a los megatcariocitos a liberar plaquetas en las sinuosidades del tuétano. Entre otras incluimos a la hormona trombopoyetina la cual es generada principalmente en el hígado y los riñones y es liberada en respuesta a bajos niveles de plaquetas circulantes. Las plaquetas no poseen un núcleo definido, pero poseen proteínas importantes, las cuales son almacenadas en gránulos intracelulares, los cuales son segregados en el momento en que la plaqueta es activada durante la primera parte de la coagulación.

La baja cantidad de plaquetas en la sangre se denomina trombocitopenia, y puede ser causada por una baja producción de plaquetas (pacientes que tienen enfermedad del núcleo de los huesos largos), secuestro de plaquetas en un vaso agrandado (esplenomegalia) o a una destrucción acelerada (formación de coágulos primarios con inmunoglobulina G “modelo siguiente” y remoción por fagocitos).

La trombocitopenia inmune es un desorden autoinmune común en el cual los anticuerpos erróneamente reconocen las proteínas de membrana de las plaquetas como agentes extraños, lo cual activa al sistema inmune destruyéndolas. Adicionalmente a las plaquetas del suero, se deben realizar conteos mediante punción del núcleo de los huesos largos que luego es analizada como una biopsia.

También se ha estandarizado un examen que mide el tiempo de sangrado. El tiempo que le toma a una herida formar la barrera primera de plaquetas es medido mediante una incisión de un mm en la piel del brazo a la cual se somete a un corte de presión de 40 mm Hg. Bajo este método, el sangrado debe detenerse entre 1 y 9 minutos.

En el siguiente paso, la barrera relativamente débil y soluble de plaquetas y fibrinógeno madura hasta formar una barrera mucho más estable de un polímero de fibrina completamente insoluble. La proteína clave en este caso se denomina trombina. La trombina corta cuatro péptidos de la molécula de fibrinógeno, una vez cortado, la parte expuesta puede ensamblarse con otras del mismo tipo, generando una reacción de polimerización espontánea hasta formar una larga cadena llamada fibrina.

(YouTube) Formación de trombina (minuto 0:19)  corte del fribrinógeno para formar el monómero de fibrina (minuto 0:26) polimerización espontánea de fibrina (minuto 0:27). Nota, ya sé que el video está en alemán, ¡pero la animación es muy buena!

Cuando crecen, las cadenas de fibrina forman una red que atrapa más plaquetas, eritrocitos y leucocitos formando un coagulo estable y muy duro. Una segunda proteína denominada factor de estabilización de fibrina (Factor XIII) cataliza la formación de enlaces covalentes entre las uniones de los monómeros de la fibrina haciendo al coagulo aún más duro y estable.

La formación de un coagulo de fibrina es el objetivo final, es generado por un sistema complejo de múltiples componentes integrados, que regulan y amplifican su formación “por lo menos para los seres humanos”.

Ruta extrínseca de coagulación. El factor VII circula en la sangre en su forma activa, pero para operar requiere como cofactor al factor III "factor tisular" el cual solo es liberado en el momento de una hemorragia. Esto es el desencadenante primordial de todos los demás eventos.

A esta serie de eventos se lo denomina cascada de coagulación la cual es mediada por varias proteínas que actúan en sucesión, y que reciben el nombre colectivo de factores de coagulación. Estas proteínas son sintetizadas en el hígado y que circulan en el plasma en estados inactivos.

Figura 59. Ruta extrínseca de la coagulación hasta llegar al factor Xa.

Figura 60. Ruta intrínseca de la coagulación hasta llegar al factor Xa.

La ruta intrínseca de coagulación, por mucho es la más compleja, la que contiene la mayoría, si no, todos los bucles de aceleración, y además, para que funcione, ya debe estar andando la ruta extrínseca, especialmente porque sin eso no se activaría el factor VIII. Estas proteínas son nombradas con numerales romanos, basado en la sucesión cronológica en que fueron descubiertos.

Figura 61. Ruta común de la coagulación.

La parte final de la cascada es convergente y se denomina ruta común, es interesante resaltar que, en esta parte es donde inician todos los bucles de aceleración y el de estabilización, todos junto con la reacción que genera la fibrina son catalizados por la misma proteína, el factor IIa o trombina. SE puede notar como la ruta intrínseca requiere para empezar a funcionar de la conversión del factor VIII a VIIIa por parte de la trombina en la figura CC-02.

La coagulación de la sangre depende de dos rutas de cascada de coagulación, lo cual le permite a la sangre coagularse en momentos diferentes. Sin embargo, ambas cascadas se unen en los pasos finales en los que la fibrina se forma. El nombre de las rutas es la ruta intrínseca y la ruta extrínseca. La ruta intrínseca se inicia cuando la sangre entra en contacto con superficies cargadas negativamente y por la activación del factor XII a través del contacto con una superficie expuesta en la matriz endotelial del epitelio como el colágeno.

La ruta intrínseca también es conocida como ruta activada por contacto. La activación del factor XII requiere de numerosos cofactores calicreina y quinonogeno. Para el inicio de la ruta extrínseca, se requiere un factor extrínseco a la sangre que es liberado en el momento de una herida, llamado factor III (tromboplastina). Desde el punto de vista de la complejidad, la cascada es muy interesante, nuevamente “para los humanos” ambas cascadas estaban integradas, y numerosos pasos se unen entre ellas; de hecho, cualquier intento de estudiarlas por separado conlleva a sobresimplificaciones.

Los eventos finales (y que de hecho son de los más importantes para estudiar el origen evolutivo de la cascada de coagulación, al ser con mucha probabilidad los más antiguos) conllevan a la formación de la red de fibrina en ambas rutas. La ruta comienza con la activación de un factor de coagulación inactivo llamado protrombina “factor X” a su forma activa llamada factor Xa. En la ruta de coagulación extrínseca, el factor X es activado por un complejo que consiste del factor VII, ion calcio y factor III. La activación de este complejo omite el requerimiento de activar los factores VIII, IX, XI y XII usado en la ruta intrínseca. En la ruta intrínseca el factor X es activado por un complejo que consiste en factor VIII, factor IXa, factor 3 plaquetario y ion calcio.

Siendo el calcio un factor necesario para la activación de ambas rutas, el uso de agentes quelantes como el EDTA inhibe mucho la coagulación de la sangre. En cualquier caso, la activación del factor X conlleva a la activación de la protrombina en trombina, la cual a su vez convierte el fibrinógeno en monómeros de fibrina que se polimerizaran de manera espontánea. La trombina también optimiza la función de los factores V y VIII acelerando los eventos de la cascada de coagulación. Adicionalmente, la trombina también actúa como un señalizador, que atrae a las plaquetas para que ayuden en el proceso de coagulación.

La tabla anterior muestra las proteinas involucradas en la coagulación, junto con sus nombres comunes y la ruta en las que se presentan. En resumen, mucho de la historia de la cascada de coagulación ocurre cerca de la superficie de las plaquetas y células del endotelio. Aunque el plasma puede coagular en ausencia de superficies, el uso de superficies simplifica el proceso y acelera la tasa de reacción en varios ordenes de magnitud.

La fibrinólisis es el proceso por el cual la red de fibrina se rompe, retrayendo el coagulo. La principal enzima involucrada en el proceso se conoce como plasmina. La plasmina corta la fibra de fibrina en varias partes, haciendo que el sistema pierda estabilidad, los fragmentos resultantes son solubles, y por lo tanto la corriente de plasma se los puede llevar como si fueran la eran de un rio embravecido.

El proceso puede ser acelerado por otras proteasas circulantes producidas por el hígado o los riñones. La plasmina es una proteinasa de serina igual a la mayoría de los cofactores involucrados en la coagulación. Por lo general se encuentra de manera circulante en sangre en un estado inactivo (¡que sorpresa!, “si fue un sarcasmo”) denominado plasminógeno. El plasminógeno es activado mediante una proteína denominada, activador tisular de plasminógeno, el cual es liberado por las células endoteliales que ya han sido reparadas del daño.

(YouTube)La retracción del coagulo es un fenómeno que puede ocurrir entre minutos a horas.

Mientras que el coagulo resuelve muchos problemas de la cura de una herida, el proceso de regeneración del tejido dañado requiere una mayor cantidad de factores. La regeneración óptima requiere el reclutamiento y proliferación de nuevas células de tejido, así como nuevo epitelio vascular, musculo liso y nervioso. El proceso requiere de proteínas como quemoatractores, las cuales atraen el musculo liso, células infamatorias y fibroblastos a la herida. Los mitógenos inducen la proliferación de las proteínas antes mencionadas.

Otros factores de crecimiento del tipo de las citoquinas inducen la proliferación y especialización de células no diferenciadas. Todas controlan la contracción y la remodelación continua del tejido y del colágeno sobre el por un periodo extenso de tiempo hasta lograr la reparación completa. Un evento importante durante la reparación de una herida es la angiogénesis, que es la formación de nuevos vasos sanguíneos. Las plaquetas juegan un rol primordial debido a que segregan factores que inducen a la proliferación, migración y diferenciación de los dos mayores componentes de los vasos sanguíneos, células endoteliales y musculo liso.

Existen cerca de 20 factores angiogénicos y 30 inhibidores de la angiogénesis encontrados naturalmente en el cuerpo. Cuando se produce una herida, el equilibrio entre ese grupo de proteínas favorece a la angiogénesis, produciendo una red de capilares nuevo alrededor de la herida, los cuales transportan nutrientes y factores de crecimiento a los tejidos en reparación.

Glóbulos blancos o leucocitos

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 Los glóbulos blancos o leucocitos son enviados a través de la sangre a los sitios de la infección, donde defienden el cuerpo contra microorganismos invasores y agentes extraños en conjunción con los anticuerpos y agentes proteínicos de la sangre. A pesar de su nombre genera, los glóbulos blancos comprenden 5 líneas celulares independientes denominados: neutrófilos, eosinófilos, basófilos, linfocitos y monocitos. Estas 5 líneas se derivan de tres líneas de desarrollo, la línea mieloide la línea linfoide y la línea monocítica.

Figura 51. El color de los leucocitos es de hecho blanco, pues es el color con el que pigmentan a la linfa o en el centrifugado de sangre total, al microscopio los vemos morados debido a que usamos pigmentos para poderlos ver, y valla que es difícil.

Las células maduras de la línea mieloide (neutrófilos, eosinófilos y basófilos) son denominados granulocitos basados en su apariencia después de ser coloreados con colorantes policrómicos como el Wright. Los núcleos de los granulocitos más maduros poseen núcleos que se han dividido parcialmente en dos o más hasta cinco lóbulos interconectados por líneas de cromatina. Esta disposición del núcleo les otorga una apariencia multinucleada, por lo que también son conocidos por leucocitos polimorfonucleados.

Los linfocitos y los monocitos se conocen como leucocitos agranulados, y sus núcleos generalmente mantienen una morfología normal, por lo que también de los denomina leucocitos mononucleados. Encontrar a los cinco guardianes del cuerpo de forma simultánea es un evento raro, tan raro que solo se conoce una microfotografía de tal evento. Esto se debe a que algunosleucocitos como los monocitos son muy poco comunes y es raro encontrarlos solos, menos aun con los demás leucocitos.

Los leucocitos neutrófilos son el tipo de leucocito con mayor prevalencia en la sangre periférica la mayoría del tiempo (40-75% de todos los leucocitos). Los neutrófilos fagocitos “en la imagen siguiente se lo muestra fagocitando a una bacteria de antrax” con apariencia de amebas y representan la primera línea de defensa celular del organismo, en una respuesta inflamatoria son los primeros en llegar al sitio de la alarma. Los neutrófilos son una piedra angular del sistema inmune, ya que ellos son los de dan la alarma a las siguientes líneas celulares de leucocitos, defectos en el funcionamiento de estas células conlleva con rapidez a una infección masiva y de manera casi inevitable a la muerte.

La misión primaria de los neutrófilos es encontrar bacterias u hongos y neutralizarlos mediante un proceso de fagocitosis (una célula engloba a otra y luego la mata). El proceso puede dividirse en cuatro pasos:

En el primer paso la célula intrusa es marcada por anticuerpos circulantes en sangre que se unen a ella. Esto la marca como un agente extraño. En otras ocasiones la bacteria simplemente libera factores quimiotácticos que atraen a los neutrófilos. Los neutrófilos reconocen a la célula intrusa como tal gracias a las marcas de los anticuerpos. Sin embargo, el sistema inmune es altamente redundante, la célula intrusa también puede interactuar con proteínas de membrana de los linfocitos o de las plaquetas, lo cual puede activar señales de alarma que atraen a los neutrófilos. En el segundo paso, los neutrófilos activan sus característica más amebiana, fagocitando a la célula intrusa por medio de una deformación de su membrana celular, la cual rodea al intruso hasta embolsarlo en un organelo en el interior. La fagocitosis es facilitada cuando la célula intrusa está cubierta con proteínas defensivas denominadas opsoninas. En el tercer paso tenemos una bolsa interna en el neutrófilo que contiene la célula extraña, a esta bolsa la denominaremos fagosoma. Activación de la fagocitosis, generalmente se da por la adhesión de proteínas Ig (anticuerpos también llamadas inmunoglobulinas) al cuerpo extraño, cuando el neutrófilo entra en contacto con las Ig se activa la respuesta de fagocitosis.

Figura 52. Neutrófilo tal como se ve al microscopio de una muestra de frotis de sangre periférica.

En el paso cuatro, las proteínas de la membrana del fagosoma son activadas, y además otras vesículas del neutrófilo producidas en los gránulos se unen al fagosoma, descargando enzimas proteolíticas y también la generación de iones superoxido. La mezcla final se denomina Descarga oxidativa o Descarga respiratoria. Esta Descarga mata la célula intrusa.

Fagocitosis de una bacteria por parte de un leucocito neutrófilo. El video se encuentra acelerado para poder notar el movimiento.

Los leucocitos basófilos son células del sistema inmune especializadas en la defensa contra parásitos de tipo eucariótico. Su conteo en sangre es muy bajo y encontrarlos en un frotis normalmente es más un asunto de suerte que otra cosa.  Junto con los basófilos representan entre el 1% y el 6% del total de leucocitos en condiciones normales. Aunque los eosinófilos son raros, cuando se los encuentra son fáciles de identificar debido a su apariencia característica. Como su nombre implica, los eosinófilos capturan con fortaleza la colorante eosina tornándose anaranjados/rojos.

Figura 53. En la microfotografía siguiente tenemos un frotis de sangre con dos leucocitos (E) eosinófilo y (N) neutrófilo.

Como los neutrófilos, los eosinófilos migran a los sitios de inflamación, y al llegar su arma principal es la descarga metabólica (mezcla de enzimas proteolíticas con radicales libres superóxido). Los eosinófilos participan en la defensa contra infecciones de parásitos eucarióticos multicelulares como las de gusanos planos, aunque también se los relaciona con el cierre de heridas y con las respuestas alérgicas, contribuyendo a inflamaciones crónicas.

Una de las funciones principales de los basófilos es la de incrementar la señal de alarma, favoreciendo las señales para la migración de los neutrófilos y los eosinófilos. Como los anteriores, los basófilos son leucocitos granulares polimorfonucleados, aunque su conteo en sangre normal es muy bajo, su porcentaje es entre el 0% y el 2%. Los gránulos de los basófilos poseen proteínas anticoagulantes y vasodilatadores como la heparina y la histamina, esto le permite a la sangre fluir con mayor libertad al sitio de la inflamación “lo cual favorece la hinchazón, incrementa la temperatura en la zona y la pone muy roja”. Esta hinchazón o mejor dicho, este incremento en el flujo de sangre en los vasos sanguíneos le permiten a los leucocitos neutrófilos y eosinófilos llegar con mayor velocidad y probabilidad a la zona de la inflamación.

Los leucocitos basófilos se caracterizan por una densa concentración de gránulos, los cuales producen las proteínas se alarma (inflamatorias, anticoagulantes y basodilatadoras). Adicionalmente, también segregan otras proteínas de alarma como las prostaglandinas y las leucotrienas. Los basófilos segregan casi las mismas proteínas inflamatorias que los mastocitos, y son activados por el reconocimiento de la inmunoglobulina E, de señales de heridas externas o por algunas drogas. El polen y otras sustancias pueden activarlos también, generando una señal de alarma innecesaria inflamando las zonas en contacto, lo cual genera una reacción alérgica.

Figura 54. Basófilo.

Cerca del 16% al 45% de los leucocitos son linfocitos. Los linfocitos se subdividen en dos grupos principales, los linfocitos B generadores de anticuerpo y diversas clases de linfocitos T, de entre los cuales los más famosos son los citotóxicos. Morfológicamente un linfocito B es indistinguible de un linfocito T en un frotis de sangre.

Figura 55. Varios glóbulos blancos.

La identificación por lo tanto debe realizarse por métodos de inmunofluoresencia, donde se utilizan anticuerpos marcados para las proteínas específicas de cada linfocito. Al microscopio, los linfocitos aparecen con un núcleo muy denso y purpura que es bastante grande en comparación con el resto de la célula que parece un mero borde muy delgado. Existe otra línea de linfocitos generalmente no relacionados como tales, denominados células asesinas naturales, las cuales poseen un citoplasma más amplio, y prácticamente se asemejan a los monocitos. La mayoría de los linfocitos circulantes son del tipo T (linfocitos timo-dependientes), y se los clasifica como linfocitos T efectores, linfocitos T citotóxicos y células asesinas naturales.

Entre el 20% y el 30% de los linfocitos circulantes son del tipo B, las cuales se encargan de la síntesis de anticuerpos. Los linfocitos B son dependientes del tuétano, el núcleo de los huesos (en inglés hueso es Bone, por lo que al denominarlos linfocitos dependientes del hueso sería Bone lymphocytes, de allí la gran B de los linfocitos B)

Cuando los receptores de membrana de un linfocito B detectan su activador (antígeno) especifico inducen dos respuestas, la primera es una reproducción clonal del linfocito, y la segunda, hacen que este empiece a segregar anticuerpos que se unen de la misma manera al mismo antígeno exacto, lo cual dispara otras respuestas y líneas celulares en el sistema inmune. Existe otra línea celular de linfocitos llamada células nulas (null cell) cuyas funciones no han sido elucidadas de manera precisa, aunque se ha hipotetizado que están relacionadas junto con los linfocitos T citotóxicos en la respuesta contra virus y tumores cancerígenos.

Al igual de los linfocitos, los monocitos son leucocitos carecen de gránulos con un núcleo simple “a veces”. Los monocitos representan entre el 4% y el 10% del total de leucocitos. Los monocitos son células fagocíticas que se distinguen de los linfocitos debido a su color más grisáceo de citoplasma cuando se los colorea con Wright. En ocasiones, el núcleo de los monocitos puede asemejarse a una herradura o a un frijol o ser ovoide.

Figura 56. El núcleo del monocito parece un frijol.

Al activarse los monocitos migran al tejido infectado, una vez en el lugar se transforman de los macrófagos, las cuales son células grandes de apariencia amebiana. Los macrófagos contienen gránulos, las cuales son vesículas cargadas de enzimas proteolíticas que se utiliza para matar y digerir a las bacterias y demás células extrañas.

Los monocitos al activarse generan varias líneas celulares, en general hablamos de dos tipos generales que varían mucho en muchos subtipos independientes. Uno de los grandes grupos de monocitos maduros son los macrófagos encargados de devorar células extrañas y de activar al a los linfocitos T. El otro grupo es el de las células dendríticas, las cuales son fagocitos, aunque estas últimas permanecen en el nódulo linfático.

Glóbulos rojos o eritrocitos

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También denominadas células rojas o eritrocitos, son el tipo de células más comunes en el torrente sanguíneo y son el principal mecanismo para la distribución de oxígeno a los tejidos, desde el sistema de capilares respiratorios (anclados a las branquias, los alveolos, la piel o cualquier órgano encargado de la respiración externa) hasta los tejidos internos del cuerpo. Los eritrocitos actúan básicamente como bolsas para contener una proteína soluble denominada hemoglobina, esta proteína es básicamente un marco que optimiza la función natural del hierro de oxidarse o reducirse dependiendo de las concentraciones de oxígeno y dióxido de carbono presentes en un medio, es decir, tratamos con una biomolécula cuyo centro activo se basa en una función netamente inorgánica.

Figura 38. Forma de un glóbulo rojo, "arriba" tenemos una vista lateral que revela la forma aplanada en forma de moneda con una región centran deprimida en forma de dona. "Abajo" tenemos la vista al microscópio con un borde mucho más marcado y un centro claro (YouTube)(YouTube).

Cuando el hierro pasa del estado ferroso al estado férrico adquiere una coloración marrón-rojiza, lo que, al ser optimizado por la proteína alrededor de él, genera una coloración roja más intensa, en otras palabras, es el hierro presente en el centro activo de la hemoglobina quien es responsable del color rojo de la sangre. Los eritrocitos morfológicamente se distinguen de otras células al poseer una forma de disco aplanado bicóncavo, al microscopio se asemejan a una dona o a un roscón.  Los eritrocitos de los mamíferos carecen de núcleos, lo cual es una característica más bien única, ya que los eritrocitos de los demás vertebrados si poseen núcleo.

En los seres humanos, la vida media de un eritrocito funcional dura alrededor de 100 a 120 días y son reciclados por una combinación del sistema de capilares y los leucocitos macrófagos.

Como lo dijimos en la introducción, los eritrocitos son células aplanadas bicóncavas, similar a una dona, su diámetro es de 7 µm con un grosor máximo de 2,5 µm. ¿Por qué no son esféricos?, recordemos que la esfera es la forma que posee un mayor volumen posible, por lo que los eritrocitos esféricos podrían teóricamente cargar una mayor cantidad de hemoglobina y por lo tanto más oxígeno, ¿cierto? La respuesta a este asunto radica en la velocidad, al incrementar el volumen, el área disminuye y por consiguiente la velocidad de intercambio de gases, un eritrocito esférico se tardaría más tiempo en intercambiar gases metabólicos y en suma, haría de la respiración un proceso más lento e incómodo. Al aplanar los eritrocitos, la superficie o área de estos aumenta, incrementando la velocidad de intercambio de gases, cada eritrocito carga menos oxígeno, pero intercambia gases a una mayor velocidad.

Los eritrocitos también juegan un papel importante en mantener el equilibrio de acidez del cuerpo. Cuando el dióxido de carbono se mezcla con el agua del plasma reacciona de manera típica produciendo ácido carbónico molecular, el cual subsecuentemente reacciona con más agua para disociarse, generando un equilibrio químico entre la forma molecular, el ion acetato y el ion hidronio. Cuando se libera ion hidronio a una solución esta aumenta su pH (potencian de iones hidronio) y por lo tanto se hace más acida. La acidez es un factor de vital cuidado para los sistemas bilógicos, ya que las proteínas se ven afectadas en sus funciones si la acidez de su medio cambia. La hemoglobina funciona como una solución buffer cuando está disuelta en el plasma, manteniendo una concentración constante de iones hidrogeniones.

La alteración en la forma de los eritrocitos, ya sea en composición o en la membrana puede conllevar a alteraciones en su forma microscópica, los cuales proveen información importante para el diagnóstico de patologías. La membrana de los eritrocitos está unida a un esqueleto fibroso de proteínas intracelulares. La organización estructural le otorga a la célula estabilidad así como flexibilidad. Los eritrocitos normales poseen una forma de disco aplanado con el centro hundido  de forma tal que al microscopio parecen anillos gruesos, roscones o donas rosadas.

Figura 39. Glóbulos rojos.

La alteración morfológica de los eritrocitos puede diferenciarse en las siguientes categorías: Cambios de tamaño y forma; Cambios de pigmentación; Inmadurez; Inclusiones y cuerpos extraños.

La variación notable en el tamaño o la forma de las células se denomina anisocitosis (forma diferente). Los eritrocitos más grandes de lo normal son designados con el termino macrocitos; mientras que los más pequeños microcitos.

Figura 40. En las anisocitocis los eritrocitos presentan tamaños diversos.

Figura 41. La poiquilocitosis se caracteriza por una irregularidad en las formas, los equinocitos o células de Burr, son eritrocitos con forma espinosa generados por la alteración del plasma alrededor de los eritrocitos debido a la pérdida de agua.

Figura 42. Existe otra manera en que los eritrocitos pueden experimentar cambios de forma, cuando pasan a través de vasos sanguíneos capilares anormales (muy delgados) los eritrocitos alteran su forma al pasar de manera permanente, quedando deformes, a estos se los denomina esquistocitos.

El contenido anormal de hemoglobina en los eritrocitos puede conllevar a una coloración anormal cuando se fijan con tinciones durante los frotis al microscopio .

Figura 43. Eritrocitos normocrómicos "color normal" a la izquierda y eritrocitos hipocrómicos "bajos de color" a la derecha.

Los eritrocitos normales aparecen como roscones rojos-anaranjados-morados-rosados dependiendo del colorante utilizado, la zona central pareciera inexistente debido a la forma bicóncava, a esta coloración se la denomina normocrómica.  Los eritrocitos hipocrómicos se manifiestan casi decoloreados, solo con un anillo muy tenue de coloración en la periferia. Los dianocitos son otra alteración en forma y color, ocurre cuando el centro del eritrocito que normalmente debe aparecer decoloreado aparece con un circulo como si fuera una diana de tiro al blanco.

Figura 44. Dianocitos.

Otra variación patológica en la coloración de una célula roja es en realidad una alteración en su forma. Los eritrocitos con forma esférica se presentan totalmente coloreados al microscopio por lo cual se los denomina esferocitos.

Figura 45. Esferocitos.

Como dijimos antes, los eritrocitos normales parecen roscones/donas/anillos al microscopio, con la zona central aparentemente vacía, sin embargo, en algunas ocasiones los eritrocitos aparecen “aparentemente llenos” esto se debe a que presentan una forma esférica y por lo tanto se los denomina esferocitos.

Los eritrocitos normales y maduros en los mamíferos como los seres humanos carecen de núcleos, y por lo tanto la presencia de glóbulos rojos con núcleos en la sangre circulante posee un significado diagnóstico.

Figura 46. Normoblasto.

Un tipo específico de glóbulo rojo nucleado se puede encontrar en ciertos tipos de anemias llamado normoblasto “Figura 46. Normoblasto.”, se presenta cuando hay una gran pérdida de sangre y la persona empieza a producir tanto que no da abasto, la aparición de los normoblastos es una mala señal que antecede a la muerte en varias horas. Otro tipo de eritrocito nucleado es el megaloblasto “Figura 47” puede detectarse en la sangre circulante cuando hay presencia de anemia por deficiencia de ácido fólico.

Figura 47. Megaloblasto, es una célula con un enorme núcleo púrpura.

Los retioculocitos “Figura 48” son células inmaduras que han perdido sus núcleos, pero que aún conservan algo del material nuclear el cual puede ser visible mediante una coloración especial. El porcentaje de reticulocitos es un indicador del nivel de eritropoyesis (formación de eritrocitos) en el tuétano. Por ejemplo, si el paciente esta anémico y el tuétano esta funcionando adecuadamente el nivel de reticulocitos (globulos rojos muy jóvenes) debe ser alto.

Figura 48. Reticulocitos.

Existe una gran abundancia de otras anormalidades en los eritrocitos que pueden ser resultado de hemoglobinopatías (drepanocitos, falciformes como en la imagen siguiente) enfermedades hepáticas (estomatocitos), hematopoyesis fuera del tuétano (dacriocitos).

Figura 49. Eritrocitos falciformes.

Las células también pueden presentar “artefactos” que son inclusiones de proteínas resultados de la anormalidad en la hemoglobina, envenenamiento por plomo o por una eritropoyesis anormal. Los glóbulos rojos también pueden presentar inclusiones anormales debido al ingreso de cuerpos extraños, como la infección por parásitos intracelulares, tales como la malaria o la babesia.

Figura 50.  Alteraciones morfológicas de un eritrocito infectado por el parásito causante de la malaria.

 

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