viernes, 25 de junio de 2021

Epistemología de la ciencia

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Las llamamos ciencias naturales, porque se buscan explicaciones naturales a los fenómenos naturales.

Para entender la naturaleza y el mundo en que se vive, todos los seres humanos consciente o inconscientemente poseen una posición epistemológica. Aunque no sepan sus nombres posiblemente toda postura epistemológica puede clasificarse en alguna de las cuatro categorías siguientes: idealismo ontológico, naturalismo ontológico; idealismo metodológico y naturalismo metodológico. Un individuo debe poseer al menos una postura en el eje ontológico y una postura en el eje metodológico.

Figura 10.   Georges Lamaitre. Fue un sacerdote católico y un físico teórico que sentó las bases de la teoría del BigBang, para él la ciencia es como nadar, los creyentes y no creyentes deben hacerla del mismo modo para que funcione y no implica creer en un dios específico.

El eje ontológico hace referencia a las verdades inmutables o a las verdades personales, es lo que la persona piensa que es, mientras que el eje metodológico hace referencia a un medio para el estudio, en este caso el estudio de la naturaleza. El eje naturalista o materialista implica un arraigo a los fenómenos naturales y a explicaciones naturales o físicas, a veces lo llaman fisicismo o fisicalismo, mientras que el eje idealista representa explicaciones de orden metafísico como los dioses, los espíritus etc. Bajo este orden de ideas las cuatro posturas pueden definirse del siguiente modo (Blanco, 2012):

·       Idealismo ontológico: considera que la verdad inmutable de las cosas, el ser en sí y no el ser en otros, la realidad última se encuentra más allá de las entidades materiales o naturales, siendo generalmente esta la postura de las religiones, pero también una postura filosófica como en el platonismo. Para estas personas las entidades materiales son sombras imperfectas de una realidad más sublime.

·       Naturalismo ontológico: considera que la verdad inmutable de las cosas, el ser en sí y no el ser en otros, la realidad última se encuentra únicamente en este mundo físico sujeto a las interacciones de la materia, toda entidad que se presume metafísica o no existe o es una dimensión física que aún no ha sido adecuadamente representada, en esta perspectiva se encuentran los ateos.

·       Idealismo metodológico: considera que el mejor medio para estudiar la naturaleza es por medio de entidades metafísicas, como Dios, los dioses, los espíritus o inclusive la razón pura desconectada de todo argumento material como aseguraba Platón en el mito de la caverna.

·       Naturalismo metodológico: considera que el mejor medio para estudiar la naturaleza es por medio de explicaciones naturalistas, en otras palabras, emplear explicaciones naturales para los fenómenos naturales sin acudir a los dioses. En este caso la razón pura debe conectarse con la materia a través de un aparato lógico-matemático y un sistema experimental. Las explicaciones naturalistas siempre se presumen imperfectas, por lo que su prestigio se desprende de su utilidad práctica.

El naturalismo metodológico es un auto-límite que se imponen los científicos en la actualidad para poder explicar los fenómenos naturales empleando únicamente causas naturales. Ya habíamos introducido esta regla mediante la expresión: La ciencia es como un juego donde la principal regla es emplear a las causas secundarias para explicar los fenómenos naturales, apelar a la causa primaria “Dios” es hacer trampa. Antes que plantear una justificación filosófica al naturalismo metodológico resulta importante justificarlo a través de sus logros tangibles. Hemos aprendido mucho a cerca del universo al adoptar al naturalismo metodológico como el espíritu subyacente de las ciencias de la naturaleza aun cuando puede parecer una tara o limite en las justificaciones personales. El naturalismo metodológico se opone a explicaciones sobrenaturales y fue empleado de forma importante durante la revolución científica, algunos ejemplos notables son Galileo o Lamaitre, ambos fervorosos católicos (Blanco, 2012).

El naturalismo metodológico no implica un naturalismo ontológico, uno puede ser lo primero sin ser lo segundo. Usted puede ser tranquilamente un naturalista metodológico en el contexto científico y al mismo tiempo ser un idealista ontológico en su espiritualidad “creer en dios” o en otras facciones “como creer en extraterrestres, las hadas etc etc etc”. Desde la historia de las ciencias podemos ver a una gran cantidad de idealistas ontológicos “teístas” que creen en Dios, una realidad espiritual trascendente y al mismo tiempo en su labor académica y científica emplean el naturalismo metodológico. De hecho, todas las grandes teorías de la naturaleza se basan en haber sido construidas por el naturalismo metodológico, pero por alguna razón solo la evolución resulta cuestionada por serlo (Blanco, 2012).

Figura 11.  Pensamiento científico en la escuela. En la actualidad, igual que en su nacimiento, el pensamiento científico aún tiene relaciones complejas y tensas con ciertas concepciones religiosas, especialmente en el currículo escolar de algunos países como Estados Unidos o Turquía entre otros, especialmente en la biología relacionada a las explicaciones naturalistas sobre el origen del hombre.

Newton, Mendel, Lamaitre, Einstein todos fueron teístas y la mayoría creyentes fervorosos en Dios, pero aun así de ellos debemos teorías que son metodológicamente naturalistas en las que apelar a la causa primera es innecesario, no por que no exista, sino porque es inválido para las reglas de juego de la ciencia. Cabe destacar que la alternativa al naturalismo metodológico es el idealismo metodológico, sin embargo, tal programa de investigación ya se intentó, floreció en la edad media y en muchos lugares de la edad antigua, donde se empleaba el poder de los dioses o de la mente pura para intervenir en la naturaleza o sanar las enfermedades, sin embargo, las capacidades de esta metodología son en el mejor de los casos cuestionables, fe-dependientes y poco reproducibles. Los logros del naturalismo metodológico es lo que le aporta su prestigio, no su belleza filosófica, los científicos se enorgullecen del naturalismo metodológico en base a sus logros corporizados a través de una tecnología que puede usar cualquier individuo independientemente de sus posturas ontológicas, en otras palabras, el naturalismo metodológico no es fe-dependiente. De hecho, Lamaitre dijo alguna vez que la ciencia es como nadar, no necesitas creer en Dios para hacerlo, pero tanto religiosos como ateos deben nadar de la misma manera, por mucha fe que se tenga en Dios no se puede esperar a que él te haga flotar por arte de magia; en otras palabras, el naturalismo metodológico al no depender de la fe o la cultura es universal, un científico es igual de científico en Japón, Europa o América latina (Blanco, 2012).

Existen varias razones por la cual los científicos al hacer ciencia limitan sus explicaciones solo unas cuantas permitidas por los presupuestos del naturalismo metodológico. La primera es el empirismo y a experimentación. La posibilidad de generar hipótesis a través de las teorías que luego sean revisadas por la experimentación, depende de la existencia metodológica de las leyes de la naturaleza. Sin la regularidad que las leyes naturales proponen, no podrían realizarse predicciones confiables sobre la naturaleza, por lo que diseñar experimentos seria problemático. Peor aún, sin la posibilidad de manipular las leyes de la naturaleza la capacidad de generar tecnología sería imposibilitada debido a que no sería posible predecir el comportamiento de los instrumentos que manipulan o emplean los principios rectores de las leyes de la naturaleza (Blanco, 2012).

¿Si existen causas metafísicas como podemos experimentar sobre ellas? Las causas metafísicas son por definición inmateriales, por lo que cualquier diseño experimental por definición no podría estudiarlas. Adicionalmente aun cuando se generarán datos de varios experimentos, si se explicaran a través de causas metafísicas no habría forma de proponer otros experimentos para probar las anomalías. Incluso la noción misma del análisis de los datos sería inviable ya que no podría saberse si los resultados del primer experimento se deben a errores experimentales, limitaciones tecnológicas o a los caprichos de alguna deidad o entidad espiritual (Blanco, 2012).

Apelar a in idealismo metodológico, es decir a emplear causas supernaturales en el momento en que se llega a un problema complejo es un muro para plantear nuevas preguntas. No podría saberse si el problema son tecnologías inadecuadas, instrumentos matemáticos poco desarrollados, presupuestos teóricos erróneos, o tecnología anticuada. No habría razón para seguir investigando más allá cuando se encuentra con una respuesta todo poderosa e incuestionable de “Dios lo hizo”, sobre todo si al preguntarse por el cómo existe un bloqueo fundamental de procesos metafísicos que no pueden ser repetidos mediante diseños experimentales directos o indirectos.

Como un científico que también practica una de las religiones más populares del planeta llamada Cristianismo Católico, yo empleo el naturalismo metodológico como una presunción fundamental para aprender más a cerca de la creación hecha por Dios. Usando las presunciones del naturalismo metodológico es posible aplicar las herramientas de la ciencia de forma tal que podemos percibir la belleza de la creación en un sentido mucho más profundo y especialmente mucho más detallado. Sin embargo, la percepción de esta belleza proviene de mis raíces religiosas y no del trabajo científico.

A pesar de que se puede apelar a los orígenes mismos de la palabra ciencia para criticar la postura que reconcilia el idealismo ontológico con el naturalismo metodológico, desde que las ciencias abandonaron la postura empiro-positivista la cuestión ha sido muy diferente. El objeto de la ciencia no es encontrar verdades absolutas e inalterables como si se tratara de dogmas religiosos. El objetivo de las ciencias es la formulación de modelos y teorías que permiten explicar, predecir y manipular a la naturaleza, generando una relación dialógica con la tecnología para el mejoramiento de nuestras condiciones de vida. Los modelos teóricos deben tener una coherencia interna entre sus postulados y una coherencia externa con la mayoría de los resultados experimentales. Sin embargo, ninguna teoría tiene como condición para ser científica, concordar con todos los datos, con todos los experimentos. Si fuera de este modo ya no existirían nuevas preguntas por realizar, nuevos problemas por resolver, nuevos trabajos por realizar, en otras palabras, si una teoría científica fuera perfecta, no habría más ciencia por hacer.

 

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