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Sin importar las muchas técnicas, herramientas y métodos
usados en la investigación, todas las investigaciones científicas se basan en
la observación y experimentación. En ambos, los científicos son guiados por el
método científico, una de las herramientas más poderosas de la ciencia moderna.
Los biólogos, los historiadores naturales y los filósofos siempre han observado
el mundo alrededor de ellos, pero en la actualidad nuestra habilidad para
observar ha sido expandida de manera enorme mediante tecnologías y
herramientas. Comenzando por el renacimiento con el microscopio, herramienta
que les permitió a los biólogos ver lo que no podía verse de otra manera.
Figura 36. Dibujo natural. Antes de las cámaras, una rama auxiliar imprescindible de la historia natural era el dibujo natural, una rama interdisciplinar entre arte y ciencia que buscaba representar la mayor cantidad de detalles posibles de los seres vivos. En la actualidad el dibujo natural sigue siendo una herramienta importante en la paleontología.
Figura 37. Exploradores y
aventureros. Los historiadores naturales arriesgaron sus vidas en viajes
inciertos alrededor del mundo, muchos murieron, otros lograron vivir para
obtener la gloria y la fama eternas.
No cabe duda qué si uno comienza a estudiar biología es
porque antes se ha quedado embobado viendo a algún gato haciendo sus cosas, o
maravillado ante la lealtad de un perro, enternecido al ver dormir a un hámster
o enamorado ante la belleza de una flor. Todo estudiante de biología debe haber
contemplado la naturaleza. La misma biología vio su origen como una ciencia
descriptiva a la cual denominamos como la historia natural.
La Historia Natural comienza con Aristóteles y otros
filósofos antiguos que analizaron la diversidad del mundo natural. La historia
natural, como disciplina, ha existido desde tiempos clásicos, y los europeos
del siglo XV estuvieron muy familiarizados con la obra de Plinio el Viejo Naturalis Historia (Elórtegui Francioli, 2015). Desde los antiguos griegos
hasta el trabajo de Carlos Linneo y otros naturalistas del siglo XVIII, el
concepto principal de historia natural fue la Scala naturae, un arreglo conceptual de minerales, vegetales, animales
primitivos, y otras formas de vida más complejas en una escala lineal de
creciente "perfección", culminando en nuestra especie (Bermúdez, 2015).
Mientras que la historia natural prevaleció estática en la
Edad Media, continuó desarrollándose por estudiosos árabes. Al-Jahith describió
ideas tempranas de la historia natural como lo es la "lucha por la
existencia" (frase de Thomas Malthus), y la idea de una cadena alimenticia
(Garvey & Whiles, 2016). Abū Ḥanīfa Dīnawarī es
considerado el fundador de la botánica árabe por su Libro de las Plantas, en el
que describió al menos 637 plantas y discutió la morfología vegetal desde la
germinación hasta la muerte, describiendo las fases del crecimiento de las
plantas y la producción de flores y frutas (Bahadur & Krishnamurthy, 2015).
En el siglo XIII, el trabajo de Aristóteles fue rígidamente
adaptado a la filosofía cristiana, particularmente por Tomás de Aquino,
formando las bases de la teología natural (Glick, Livesey, & Wallis, 2014; Harrison, 2016). Durante el Renacimiento,
estudiosos (humanistas y herbolarios principalmente) regresaron a la
observación directa de plantas y animales para la historia natural, y muchos
comenzaron a acumular grandes colecciones de especímenes exóticos y de
monstruos inusuales. Pronto los imperios coloniales se dieron cuenta que muchos
de estos especímenes exóticos podían tener beneficios macroeconómicos, por lo
que financiaron las aventuras de exploración (Baber, 2016; Merson, 2000; Wendt, 2016) y desarrollaron cuatro
instituciones nuevas para recuperar lo recolectado: el museo de historia
natural (Browne, 1992; Hoage & Deiss, 1996), el jardín botánico (Forbes, 2008),
el zoológico (Baratay & Hardouin-Fugier, 2003) y el acuario.
Figura 38. El museo de historia natural. Los museos de
historia natural, así como los jardines botánicos, zoológicos y acuarios fueron
mecanismos para exponer el poder imperial a los ciudadanos propios y
extranjeros.
En la Europa moderna, disciplinas profesionales como la
fisiología, botánica, zoología, geología y paleontología fueron fundadas bajo
el término sombrilla de Historia Natural, la cual antes era la única materia
dada por los profesores de ciencia en las escuelas. Fue repudiada por
científicos, especialmente los físicos de una manera más especializada y
relegada a actividad de "principiantes", lejos de ser una actividad
propiamente científica (Cahoone, 2013). La causa era más bien simple, la historia
natural y sus ramas eran descriptivas y no predictivas, carácter que había
adquirido la ciencia una vez que la física newtoniana demostró ser exitosa. Era
necesario el desarrollo de una teoría matemática general que predijera
situaciones concretas para que una ciencia se pareciera a la física y por ende
fuera prestigiosa. A pesar de eso, la historia natural era prestigiosa entre
nobles y ricos como una actividad de caballeros bien educados, en la Escocia
Victoriana, se creía que el estudio de la historia natural a tener un buen
estado mental (Finnegan, 2008). Particularmente en Gran Bretaña y en Estados
Unidos, la historia natural se convirtió en "hobbies" de
especialistas, como lo son el estudio de los pájaros, mariposas, conchas
marinas, conquiliología, abejas y flores; mientras tanto, científicos
intentaban definir un concepto unificado de biología.
Aun así, la tradición de la historia natural sigue formando
parte importante del estudio de la biología, especialmente ecología (estudio de
los sistemas naturales implicando organismos vivos y los componentes
inorgánicos de la biósfera terrestre que los sostienen), etología (el estudio
científico del comportamiento animal) y biología evolutiva comparada. Y sigue
siendo un hobbie para los que tienen el tiempo, el dinero y la vocación, aunque
en la actualidad con la disminución de la biodiversidad es muy común que muchos
sean a su vez defensores de la naturaleza y los denominamos ecologistas (Milton, 2003; Neves-Graça, 2006; RILEY & ANGELA, 1992).
Figura 39. Instrumentos de medición y
observación. En ciencias naturales es raro hacer observaciones directas de un
fenómeno, la mayoría de las veces se emplean inferencias a través de fenómenos
vistos a través de instrumentos.
La ciencia natural newtoniana se resume en: crear una
teoría, convertirla en un modelo matemático y generar experimentos que
contrastan la realidad con las predicciones matemáticas, y dicho contraste
vuelve a ser matemático. El experimento no se piensa como algo que emerja de
manera espontánea, es, por el contrario, una situación altamente razonada, en
la que muchas veces se necesitan muchos preparativos. Aunque existieron
experimentos biológicos antes, los realizados por Mendel y vueltos a realizar
por los biólogos en la primera década del siglo XX son los que por fin hacen de
la biología una ciencia natural de estilo newtoniano (Trapezov, 2016).
En la actualidad todas las ramas de la biología intentan
matematizarse más y más, pero sin duda en las que resulta más útil emplear
modelos matemáticos son en la genética, la ecología y en la fusión de las dos
anteriores denominada la dinámica de poblaciones. De hecho, la teoría de la
evolución moderna se encuentra formalizada en térmicos de ecuaciones
matemáticas que involucran los fenómenos ecológicos y los fenómenos genéticos (Cravens, 1987; Valentinuzzi & Kohen, 2013; van Hemmen, 2007).
Actualmente el avance tecnológico en las áreas de la física aplicada ha entregado a la biología herramientas aún más potentes para sus propias investigaciones como los microscopios electrónicos, los chips de ADN, la imagen de resonancia magnética, o los satélites de posicionamiento global GPS. Estas tecnologías han mejorado nuestra capacidad para observar a todos los niveles, desde la distribución de las moléculas en nuestro cuerpo a la distribución de los peces en los océanos.
Figura 40. Automatización de la
observación. Las supercomputadoras modernas permiten realizar rápidamente
procesos que hechos de otro modo serian lentos, costosos, muy aburridos y poco
satisfactorios.
Por ejemplo, no hace mucho los biólogos marinos se
encontraban confinados a marcar a un pez y liberarlo, con la esperanza de que
un pescador lo capturase y de esta forma determinar que tanto se desplazaba el
animal. Actualmente, se puede colocar aparatos de posicionamiento electrónico
que no solo indican la posición del pez en el mapa, sino también la
profundidad, la temperatura y la salinidad del agua en la que nada. Estos
aparatos descargan la información en un satélite, la cual es reenviada a los
investigadores. De esta manera, en unos cuantos años se ha recibido una enorme
cantidad de información nueva a cerca de la distribución de los peces en los
océanos, la cual es de vital importancia para determinar los efectos del
calentamiento global.
A fines de la década de los 90s e inicio del nuevo milenio
se dio una revolución fundamental en el modo en que observábamos a la biología.
Hasta ese entonces la genética y la biología molecular eran ciencias
artesanales, en las que el estudio de un solo gen podía llevar años de
laboriosa intensidad y trabajo duro. Sin embargo, con el desarrollo del
proyecto genoma humano se dio un salto fundamental, y fue la sistematización de
toda la operación, si la biología molecular era una operación artesanal, los
proyectos genoma humano llevaron a esta ciencia a un nivel industrial. Las
tecnologías computarizadas y de automatización nos permiten cuantificar las
observaciones, y este es un aspecto muy importante en cualquier ciencia. Antes
de eso, la biología era considerada la menos “científica” de las ciencias
naturales, dado que se basaba mucho en la observación de características, pero
era muy difícil encontrar un modo de cuantificarla de manera absoluta. En otras
palabras, la revolución tecnológica hizo que la biología abandonara su noción
cualitativa para convertirse en una ciencia cuantitativa como la química y la
física. Y esta cuantificación es importante, ya que permite medidas objetivas
de diferentes fenómenos, como la distancia evolutiva entre diferentes grupos de
seres vivos, no por sus características fenotípicas, si no por su genoma. Lo
anterior fortalece las conclusiones de los biólogos sobre diferentes aspectos,
como la identificación y la clasificación.
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